CERRO NEVADO JUNCAL
RUTA TRADICIONAL
-5.968 msnm-
“El seis mil olvidado”
Un clásico de clásicos de los andes centrales… esa es probablemente la mejor descripción que algunos, o al menos yo, darían de este increíble macizo ubicado a solo algunos kilómetros de la ciudad de Los Andes. Famoso por ser el seis mil olvidado, una cumbre que por décadas se consideró sobre esta cota, y que recién el año 2010 se le quitó dicho título gracias -¿o por culpa?- del advenimiento de los GPS, recatalogándolo con unos lastimosos 5.968 msnm. Sin desmerecer esto, todo quien se haya enfrentado a sus laderas, rocas y glaciares con el fin de coronar su cumbre, concordara que este es y seguirá siendo por siempre un seis mil. Sus inmensos glaciares-seracs-grietas, sus pasadas de rocas, la altura y la inestabilidad climática, hacen de esta cumbre un desafío que requiere tiempo, paciencia, organización y experiencia.
La ruta normal, aquella paralela al glaciar Norte, es la más común y aquella que está descrita en Andeshandbook. Es una ruta de increíble majestuosidad escénica, que de por sí, da por pagado el tiempo invertido, se llegue o no a la cumbre. Es bien variada en cuanto a técnicas y dificultades, contando en su recorrido con sencillos trekking, cruces a glaciares de diferentes dificultades, trepadas en roca, cruces de rimaya y filos muy expuestos al clima.
Tiempo invertido: 6 días
Largo total de la Ruta realizada: 39,3 kilómetros
Altura máxima alcanzada: 5.968 msnm (cumbre)
Desnivel total alcanzado: 3.290 metros
DESCRIPCIÓN DE EQUIPO UTILIZADO
- Crampones para terreno mixto
- Zapato doble botín
- 2 Piolet (realizable con 1)
- Cuerda, Arnés, equipo de travesía en glaciar y rescate en grietas
- 2 Estacas
- Pala (importante para el C3)
- Teléfono satelital - GPS
CONSIDERACIONES
- Uso de casco obligatorio. Abundante caída de material en altura.
- Evitar ir muy avanzada la estación por la presencia de abundantes penitentes, grietas abiertas y hielo cristal.
- Itinerario realizable en 4 días, pero algo más exigente.
- En un itinerario de 5 días no es necesario el uso de mulas, mientras que en uno de 4 días es optativo. Estas solo pueden llegar hasta iniciado el glaciar, por lo que igual el primer día habrá que cargar el equipo sobre el glaciar.
- Arriero Luis Ayala: +56 9 7871 4687 / +56 9 4882 3246
- Llevar itinerario impreso con los datos del grupo, ya que en carabineros no cuentan con fichas para registro de salidas.
ITINERARIO
DÍA 1: Santiago → Los Andes → Parque Andino Juncal → Campamento 1 (rimaya)
DÍA 2: Campamento 1 → Campamento 2 alternativo (flechas verdes)
DÍA 3: Campamento 2 → Campamento 3 (espolón inhóspito)
DÍA 4: Campamento 3
DÍA 5: Campamento 3 → Cumbre → Campamento 3
DÍA 6: Campamento 3 → Santiago
DÍA 0: La idea
Todo partió con la idea de mi amigo Paris Capetanópulos, ya conocido personaje de otros cerros y relatos. Tenía en mente el Nevado Juncal desde hace rato, lo que me comentó a mediados del 2015. Bastó solo que viese las fotos del glaciar Norte y entendiese la variedad de complejidades del cerro, para que me animase a aceptar el desafío y decidiese organizar mis vacaciones de verano en base a ello. Me sumaría yo solo al grupo de amigos de Paris, de quienes solo había escuchado por él. Y así comenzamos a organizarnos vía cadena de correos. Éramos unos ocho, lo cual me preocupaba un poco, dado que soy de la fiel idea que expediciones a grandes cerros en grandes grupos, nunca dan grandes resultados. París me tranquilizó diciéndome que probablemente no iría la mitad. Y comenzó la organización, decidiendo fechas, pidiendo vacaciones, organizando equipos, y haciendo todas las averiguaciones. Todo pintaba de maravilla, hasta que a poco menos de 1 ½ mes, nadie había confirmado, salvo Thomas Schulze. Incluso mi amigo Paris, gestor de la idea, ya me había adelantado que posiblemente no iría por temas laborales, lo cual reducía una expedición de nueve personas a dos… fantástico.
Por esos tiempos, había estado en conversaciones paralelamente con Tomas Van Wersch, miembro del Club Andino Universitario (CAU), y teníamos organizada una salida al Cerro Pico Negro. Considerando que solo Thomas Schulze se había motivado para el Juncal, y con ánimos de conocer y evaluar mi posible cordada, le dije que fuéramos junto a Van Wersch… serviría para entrenar, pero más importante, nos permitiría a ambos evaluar si estábamos dispuestos a encordarnos en un glaciar uno al otro. La salida resultó un completo éxito, con ritmos de ascensión y conocimientos de técnicas bastante similares entre los tres. Durante el viaje comentamos el Juncal con Tomas VW, quien se mostró motivadísimo con participar, y a quien recibimos felices en nuestra cordada, así finalmente, se terminó por gestar esta nueva cordada de tres.
Como es de costumbre, el auto elegido fue la fiel 4Runner. Van Wersch (VW) llegó a las 8 am a mi casa y partimos en busca de Thomas. Durante el viaje fuimos afinando detalles respecto al itinerario, comidas y demases. Según la experiencia previa, el grupo parecía prometedor, mas eso solo lo diría la convivencia más larga y las dificultades y diferencias de opiniones, que de seguro estarían por venir. El viaje, aunque largo, no se hizo tan pesado, y ya cuando íbamos por el camino interno de tierra, a nuestra derecha se mostró por primera vez nuestro objetivo. Majestuoso en hielos eternos y con una altura que apabullaba, se dejó ver la cara Norte del Nevado... ninguna fotografía le hacía el honor. En la entrada nos recibió una chica que nos contó cómo había estado el clima y sobre las expediciones recientes que habían subido. Hace poco había estado algo malo el meteo, sin embargo, ya desde hace 1 semana se había estabilizado, y el valle nos recibía con un radiante sol de verano.
Tras la larga tarea de reorganizar nuestras mochilas, dividir equipo según pesos y hacer el menú de cada día para elegir qué llevar y qué dejar, finalmente estábamos listos para comenzar la aventura. Frente a nosotros se abría un amplio y largo valle, en cuyo fin -que aún no se lograba adivinar- se encontraría nuestro primer campamento. Nos calzamos las gigantescas y pesadas mochilas, y dimos por iniciada la caminata. El camino estaba adecuadamente marcado y tenía incluso un puente al inicio para cruzar el estero Navarro, caudal tributario del río Juncal, al cual se acompaña durante todo el primer día de trayecto. El valle era amplio y caminábamos con el grupo de cumbres laterales a nuestra izquierda, por lo que de cuanto en cuanto cruzábamos algún arroyo que nos abastecía de agua. Aún no entraba de lleno el verano, por lo que había buenos caudales y la flora estaba en su cúspide, con su máxima expresión en la gigantesca vega de Nacimiento (2.760 msnm), ubicada poco más allá de mitad de camino. Este es un lugar innato de descanso, ya que la vista y tranquilidad que emana el lugar, invitan a dejar de lado el apuro y sentarse a comer algo y disfrutar. Retomada la marcha y poco más adelante, nos cruzamos con el primer y único grupo que nos toparíamos en nuestra ruta, dos montañistas old school oriundos de la zona, y que venían del valle Monos de Agua. Años atrás habían ya realizado la ascensión al Juncal y nos ayudaron orientándonos sobre los mejores campamentos y describiéndonos la ruta, sin dejar de recalcar eso sí, en que solo luego de ascender, entenderíamos porqué este cerro era un seis mil.
Foto: Valle Juncal, su vega y al fondo el Nevado Juncal y Alto los Leones.
Cuando llevábamos unas 2:40 de trayecto, nos cruzamos con la primera y única “dificultad” que tiene este tramo. Casi llegando al final del valle Juncal, otro valle anexo se junta, trayendo consigo el estero Monos de Agua, límite del parque, y cauce que se debe cruzar para llegar al primer campamento. Este debe tener unos 5 metros de ancho y traía un caudal suficientemente considerable como para descartar la opción de saltar de roca en roca. Sabíamos que más arriba había una pasada descrita en AHB, sin embargo, considerando el calor que hacía, vimos el cruce como una excelente opción de refrescarnos. La pasada fue sencilla y el agua no supero más allá de medio muslo. Treinta minutos después, llegábamos a lo que sería nuestro primer campamento, un plano rodeado de dos pequeñas pircas, al lado de una gran roca con forma de huevo. Era el lugar perfecto; estaba nivelado, había pasto a los alrededores, un cauce de agua fresca y tenía una vista incomparable tanto del valle como del Juncal, ¿qué mejor recibimiento podíamos esperar de nuestro primer día?
Foto: Llegando al Campamento 1.
Descargamos nuestras mochilas y comenzamos a montar nuestro campamento. La vista merecía vivaquear, por lo que rápidamente tuvimos todo armado y nos preparamos para cenar, mientras paralelamente planificábamos nuestro itinerario del día siguiente y discutíamos uno que otro pormenor. A nuestras espaldas el atardecer jugaba con cálidos colores que hacían parecer a las nubes algodón de azúcar, invitando a que salieran las cámaras fotográficas. Y cayó la noche, y con eso aparecieron las estrellas. Un cielo completamente despejado, con la silueta del Juncal de fondo, me recordaban el por qué estaba ese día allí.
DISTANCIA: 8.03 kilómetros
DESNIVEL: 406 metros
ALTURA MÁXIMA: 2.884 msnm
TIEMPO INVERTIDO: Total 4 hrs (Auto hasta vegas, 2 hrs, luego de vegas a campamento 1: morrena, 1:25 hrs)
Foto: Vista a la Vía Lactea sobre el Glaciar Norte.
DÍA 2: Campamento 1 – Cruce glaciar – Campamento 2 – Campamento 2 alternativo
El trayecto de nuestro segundo día implicaba hacer el cruce de la lengua del glaciar y luego ascender hasta un supuesto campamento intermedio, existente justo antes de subir el sector de “flechas verdes”. Este campamento, si bien no nos acortaba el tiempo total que dispondríamos en llegar hasta el campamento base (C3), si disminuía de manera significativa el trayecto del día previo al ataque de cumbre. De una u otra forma, la jornada no era larga, por lo que cuando salimos ya teníamos luz de día. El mismo camino del sendero que habíamos seguido el día previo, continuaba hasta internarse a los pies del glaciar, haciendo la ruta muy rápida y fácil de seguir. Cuando llegamos al fin del camino, y el inicio de la marcha en glaciar, nos reunimos y paramos a sacar los crampones y tomar algo de agua. Estábamos en eso cuando pasó algo que me dejó maravillado. En el glaciar, cuya lengua ya llevaba expuesta al sol un buen rato, aparecieron de un minuto a otro, sendos esteros de agua cristalina bajando por el hielo. Eran caudales de no más de 50 cm de ancho, pero que comenzaron a bajar de un segundo a otro, tal como si hubiesen abierto un grifo, y aunque suene sencillo, haber estado en ese preciso instante ahí, dejó sorprendido a los tres.
Foto: Avanzando sobre la lengua del glaciar.
Con los crampones puestos, comenzamos la marcha sobre esta lengua plana y extensa, cuya superficie constaba más de piedras y tierra que de hielo, haciendo que cada paso me doliese la güata pensando en mis queridos crampones, y ganándose el nombre de “la playa”. Ya desde aquí se adivinaba claramente la ruta a seguir y calculábamos que cruzar toda la lengua nos llevaría unas 2 horas aproximadamente. El hielo era firme y consistente, con mínimas fisuras apenas separadas, y de vez en cuando uno que otro agujero de desagüe -los WC- que no podía evitar intrusear lanzándole alguna piedra con el afán de lograr adivinar qué tan profundos eran estos hoyos redondos cuyo fondo no se alcanzaba a adivinar. Otra cosa entretenida que nos encontramos, fueron varios “hormigueros”, conos de tierra que por algún inexplicable motivo -para nosotros claro- se habían formado sobre el hielo dando el aspecto de un antro de hormigas. Las características del hielo nos permitieron avanzar con tranquilidad y casi sin necesidad de encordarnos. Solo en el tramo final comenzaron a aparecer grietas importantes, y aunque sus puentes se veían extremadamente firmes, por precaución y como calentamiento a lo que vendría más arriba, decidimos encordarnos. Esto nos debe haber durado unos 300 metros, ya que pasada la grieta que llevó a tomar la decisión, no tuvimos que cruzar ninguna otra más, llegando a una de las morrenas frontales al poco andar. Desde aquí empezamos al fin a ganar algo de altura, avanzando por un mix intercalado de nieve, rocas, tierra y vegetación, con una constante pendiente que hacía lento el avanzar. Llegamos primero a un plateau sobre las morrenas, que en este entonces se encontraba copado en nieve, y que es donde se ubica formalmente el campamento 2, sin embargo, habíamos decidido con anterioridad que saltaríamos este para ganar tiempo y altura. Prácticamente ni nos detuvimos en el C2 y seguimos zigzagueando hacia arriba hasta remontarnos en un pequeño filo que dividía la pendiente final en dos. Al final de esta se adivinaba, gracias a las fotos, donde debía estar flechas verdes, y en algún lugar cercano el famoso campamento intermedio.